
Blueprint for Men-Español
Bienvenido a "Blueprint para Hombres", donde exploraremos juntos el viaje de la "Masculinidad Auténtica". Nuestro ministerio se dedica a equipar a los hombres con las herramientas esenciales para construir vidas significativas. ¡Acompáñanos en este emocionante viaje de auto-descubrimiento y crecimiento!
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Día 14 – La Muerte Diaria
La Muerte Diaria: Negarse A Sí Mismo.
Este devocional TODO o NADA (All In) enseña que seguir a Cristo no es un camino de comodidad, sino de rendición total. Inspirado en Lucas 9:23 y en el ejemplo de Ignacio de Antioquía, nos recuerda que el discipulado auténtico implica morir al yo cada día —al orgullo, al control, al deseo de aprobación— para vivir en libertad y propósito eterno. La muerte diaria no es pérdida, sino transformación: cada renuncia abre espacio para una vida más plena en Cristo. Los hombres TODO o NADA entienden que el verdadero poder no viene de resistir con fuerza, sino de rendirse con fe. En cada “no” al ego hay un “sí” al Reino. Y en cada muerte pequeña, una resurrección poderosa.
Día 14 – La Muerte Diaria:Negarse A Sí Mismo.
(0:00 – 4:23)
Bienvenido al devocional Todo o Nada. Hoy hablamos de La Muerte Diaria: Negarse A Sí Mismo.
“Si alguien quiere ser mi discípulo, debe negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirme.” - Lucas 9:23
Leonard Ravenhill dijo: Los hombres muertos no se estremecen.
En la iglesia primitiva, el mensaje de Jesús no se presentaba como un plan de mejora de vida. Era un llamado a venir y morir. Literalmente. La persecución romana hacía visible el costo del discipulado. Ser bautizado en el primer siglo era declarar públicamente: “Pertenezco a Jesús, no al César.” Y para muchos, esa afirmación significaba golpizas, exilio o muerte.
Un hombre, Ignacio de Antioquía, fue arrestado por su fe alrededor del año 107 d.C. Mientras lo llevaban a Roma para ser ejecutado, escribió cartas a las iglesias animándolas a mantenerse fieles. En una de sus últimas palabras, dijo: Déjenme ser alimento para las fieras. Soy trigo de Dios, y seré molido por los dientes de las bestias, para que pueda llegar a ser el pan puro de Cristo.
¿Qué clase de hombre escribe eso en el corredor de la muerte? Un hombre que ya había muerto a sí mismo. Ignacio no se estremeció porque sabía que el evangelio no se trataba de autoconservación, sino de negación propia y propósito eterno.
Ahora bien, quizá tú no enfrentas leones en una arena romana, pero el llamado de Jesús no ha cambiado: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” No una vez, cada día.
Morir al yo no es un eslogan espiritual, es un estilo de vida. Es decirle no al pecado, al orgullo, al derecho propio, a la lujuria, al miedo o a la comodidad. No solo de vez en cuando, sino de manera constante.
Cada mañana enfrentamos una decisión: ¿quién dirigirá mi vida hoy, yo o Jesús?
- El mundo dice: “sigue a tu corazón.”
Jesús dice: “niégalo.” - El mundo dice: “preserva tu imagen.”
Jesús dice: “crucifica tu orgullo.” - El mundo dice: “cuida de ti primero.”
Jesús dice: “entrega tu vida.”
¿Por qué? Porque solo los hombres muertos son verdaderamente libres. Muertos al aplauso de los demás, muertos a la tentación de impresionar, muertos a la ambición egoísta, y vivos para Cristo.
Los hombres Todo o Nada entienden que el poder viene a través de la rendición. No se trata de intentar más fuerte, se trata de morir más profundo. Y no te engañes: esta muerte duele. La sentirás cuando resistas esa vieja adicción, cuando digas la verdad aunque te cueste, cuando permanezcas fiel a tu esposa mientras otros engañarían, cuando guíes espiritualmente a tus hijos aunque te sientas insuficiente.
Pero en cada pequeña muerte, hay una resurrección. Cada vez que dices no a ti mismo, dices sí a algo mejor: paz, claridad, fuerza y un gozo profundo que nadie puede quitarte.
Desafío de Hoy
Haz esta pregunta en oración: “Señor, ¿a qué me estás llamando a morir hoy?” Luego escribe un área concreta: tal vez control, comodidad, reputación o miedo.
Ríndelo de nuevo, en voz alta. No en teoría, sino en obediencia real. Haz de esto tu ritmo diario.
Muere a ti mismo y vive para Cristo. Cuando mueres a ti mismo cada día, haces espacio para que la vida de resurrección llene cada parte de lo que eres.
Esto es lo que significa ser un hombre Todo o Nada: totalmente rendido y totalmente comprometido.
Sigue mostrándote fiel.
Dios honra al hombre que se niega a retroceder.